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Encuentros Diarios
Marzo 25, 2025
La tormenta
Todos
quedaron aterrados al verlo. Pero Jesús les hablo de inmediato: “No tengan
miedo—dijo—. ¡Tengan animo! ¡Yo estoy aquí!”1
Después
de alimentar a los cinco mil, Jesús insistió en que los doce discípulos
subieran a la barca y que cruzaran el lago hasta Betsaida, mientras él se
quedaba con la gente y los enviaba a casa. Después de que todos se fueron,
subió a las colinas para orar solo. Mientras tanto, los discípulos estaban en
su barca en medio del lago y Jesús vio que estaban en serios problemas. Los vio
luchando por mantenerse a flote, yendo contra el viento y las olas. Mientras
luchaban en medio del lago, Jesús comenzó a acercarse a ellos, caminando sobre
el agua. Su intención inicial era pasar junto a los discípulos, pero cuando
comenzaron a gritar de miedo diciendo que era un fantasma, Jesús les dijo:
"¡No
teman! ¡Ánimo! ¡Estoy aquí!" Después de decir eso, se subió al bote y la
tormenta se detuvo repentina y milagrosamente.
Así
como los discípulos lucharon por mantenerse a flote en la tormenta, nosotros
también luchamos por mantenernos a flote en nuestras tormentas personales de
vez en cuando; ya sea financieramente, emocionalmente, mentalmente, físicamente
o uno de los muchos otros desafíos que se nos presentan. Aunque parezca
desesperado y como si la tortura nunca terminara, lo hará con la ayuda de
Jesús. Cuando los discípulos estaban atrapados en esa tormenta, estaban
aterrorizados y no sabían qué hacer, pero fue en su lucha que Jesús apareció
para ayudarlos. Tan pronto como Jesús subió a la barca, la tormenta se detuvo.
Cuando ponemos nuestra confianza en Jesús y le permitimos que intervenga con
nuestros problemas y tome el control, él hará precisamente eso. Sin Su ayuda,
nunca encontraremos nuestro avance; pero cuando dejamos todo a Dios, pueden
suceder cosas asombrosas porque todas las cosas son posibles con la ayuda de
Dios (Mateo 19:26).
Oración
sugerida: Querido Dios, gracias por ayudarme a mantenerme a flote en mis
tormentas. Gracias por protegerme y por ser mi consuelo y esperanza en mis
momentos de necesidad. Gracias por venir siempre a mi rescate y salvarme.
Señor, por favor ayúdame a soltar mis problemas y a entregártelos, porque es
cuando me suelto que trabajas milagrosamente. En el nombre de Jesús, te lo pido,
Amén.
- Marcos 6:50 (NTV).
El Encuentro de hoy fue escrito por: Gianna B. (14
años)
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