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Septiembre 27, 2023

"Señor, tú me examinas, tú me conoces.
 Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento.
Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares.
No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda.
Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano.
Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo.

¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? Â¿A dónde podría huir de tu presencia?
Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí.
Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!"¹

Si usted es algo como yo, estoy segura de que ha habido ocasiones en las que se ha preguntado cómo Dios puede seguir amándonos, incluso cuando fracasamos. Tal vez también ha habido momentos en los que te sientes incomprendido por los que te rodean y sientes que nadie te conoce realmente. El pasaje de hoy explica tan maravillosamente el entendimiento que el rey David tenía de nuestra relación con Dios. No hay ningún lugar al que podamos ir que Dios no esté allí, y no hay nada que podamos sentir o pasar que Dios no entienda. Podemos descansar sabiendo que Su mano derecha nos sostiene. Qué cosa tan hermosa saber que somos plenamente conocidos y amados por nuestro Padre Celestial.

Oración sugerida: Querido Dios, te alabo y te agradezco por amarme tal como soy. Sabes todo sobre mí y no hay donde pueda esconderme de tu presencia. A pesar de mis defectos, me llamas tu hijo y eliges tener esta hermosa relación conmigo. Gracias por sostenerme y guiarme. En el nombre de Jesús, amén.

1.      Salmos 139:1-10 (NVI).

El Encuentro de hoy fue escrito por: Crystal B.