Encuentros Diarios
Noviembre 22, 2024
El Caddie
Con tus buenas obras,
dales tú mismo ejemplo en todo. Cuando enseñes, hazlo con integridad y
seriedad, y con un mensaje sano e intachable. Asà se avergonzará cualquiera que
se oponga, pues no podrá decir nada malo de nosotros.1
Dos golfistas se acercaron
al primer hoyo en el campo de St. Andrews en Nueva York. El golfista mayor era
un hombre amable que jugaba un juego reflexivo y deliberado. El golfista más
joven estaba lleno de orgullo e impaciencia.
En el primer hoyo cortó, perdió
su bola en la hierba alta, golpeó otra y tuvo una puntuación de 8 en lugar de 4
o 5. Y el siguiente hoyo fue aún peor.
Frustrado, comenzó a
gritarle al caddie: "Mantén los ojos bien abiertos. ¡No estoy aquà para
hacer tu trabajo por ti!" ¡A partir de entonces, cada mal tiro fue culpa
del caddie! Al final de los primeros 9 hoyos, el golfista más joven estaba tan
molesto que descargó al caddie y llevó su propia bolsa. "Ese caddie me
puso nervioso. ¡No le gusto a él, y seguro que no me gusta el tampoco! ¡Le digo adiós!"
Después de que se jugaron
varios hoyos más sin decir una palabra, el golfista mayor rompió el silencio:
"Hace varios años, un niño pequeño de Yonkers vino aquà y se convirtió en un caddie. Era un niño de naturaleza
dulce; ingenioso, dispuesto y tenÃa olfato para el golf. A todo el mundo le gustaba.
Su nombre era William; tenÃa un pie zambo. Pero eso no afectó su trabajo. Era
un placer salir con él".
"Un médico famoso,
miembro del club, se interesó en William y lo llevó al sur ese invierno para operarlo en su pie. Cuando William regresó, volvió a ser caddie.
El médico, sin embargo, tuvo que abandonar el golf poco después debido a su
salud. Y no pasó mucho tiempo después de eso cuando murió.
"Meses después estaba
jugando una ronda con William cargando mi bolso. Era primavera, y los campos
estaban llenos de flores. William se detuvo varias veces para recoger flores
hasta que tuvo un buen ramo. ¿Quién es la chica, William? Pregunté. "No
tengo ninguna chica, señor", dijo. "Son para mi amigo, el médico, dos
veces por semana llevo flores a su tumba".
"Ahora ese es un caddie
que vale la pena tener", dijo el golfista más joven. "¿Qué le
pasó?" El hombre mayor hizo una pausa y luego respondió: "Por 9 hoyos el llevaba tu
bolso".2
Oración sugerida: Querido
Dios, siempre es más fácil señalar con el dedo los defectos de los demás que
admitir los mÃos. Por favor, perdóname y permÃteme no solo reconocer mis
defectos, sino entregarlos a ti. Crea en mà un corazón limpio y renueva un espÃritu
recto dentro de mÃ. Gracias por escuchar y contestar mi oración. En el nombre
de Jesús, amén.
Tito 2:7-8 (NVI). www.sermoncentral.com
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