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Encuentros Diarios
Marzo 28, 2023
Mira a las montañas
Levanto la vista hacia las montañas; ¿viene de allà mi
ayuda? ¡Mi ayuda viene del Señor, quien hizo el cielo y la tierra!1
Cada vez que leo
el versÃculo inicial del Salmo 121, siempre me imagino la escena inicial del
clásico musical "La Novicia Rebelde", donde una joven está en las montañas
cantando libremente. Este es su "lugar feliz" donde puede estar sin
cuidado. En las siguientes escenas, su vida da un giro inesperado, y se
encuentra en camino a una nueva aventura. Sintiéndose insegura de lo que le
espera, canta para reunir su valor y mientras está en el autobús, en el reflejo
de la ventana vemos las montañas nuevamente. Esta es una imagen sutil pero
clara de que al mirar a esas montañas encontrarÃa su fuente de fortaleza.
Como cristianos,
también nosotros podemos mirar a las montañas y contemplar de dónde viene
nuestra fuerza; ¡podemos saber, sin lugar a duda, que nuestra ayuda viene del
Señor, el Creador de esas mismas montañas! Nuestra ayuda y fortaleza provienen
del Dios que vela por nosotros de dÃa y de noche,
que nos guarda de todo mal y desea
ser nuestro consolador para siempre. (Sal. 121)
Las recientes
lluvias en California trajeron nieve a nuestras montañas. Si se ha encontrado
conduciendo en la mayorÃa de las autopistas del sur de California, es posible
que haya disfrutado de la hermosa vista de esas montañas cubiertas de nieve.
¡Levanta tus ojos a esas montañas y contempla las maravillosas obras de nuestro
Señor!
A medida que se
acerca la Pascua, hay otro
monte que tener en cuenta:
el Gólgota, también conocido como Calvario, el monte sobre la cual nuestro
Señor fue crucificado. Nuestro Señor, elevado al cielo sobre una cruz era
entonces, y sigue siendo hoy, la mayor razón para mirar a esas montañas. El
sacrificio final se hizo ese dÃa hace tanto tiempo como una muestra del amor
interminable de Dios por la humanidad. ¡Mira a las montañas hoy y recibe el
regalo más grande de Dios de vida y bondad solo para ti!
Oración sugerida:
Querido Señor Amoroso, te entregaste a ti mismo como el máximo sacrificio, en
esa cruel cruz, en ese monte hace tanto tiempo debido a tu gran amor por mÃ. De
qué otra manera puedo mostrar mi gratitud por que Tu eres mi fortaleza y mi
ayuda. Gracias, Señor, por perdonar mi pecado y amarme como soy. En el nombre
más precioso de Jesús, Amén.
1.
Salmos 121:1-2.
El Encuentro de
hoy fue escrito por: Veronica B.
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