“Porque el SEÑOR es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre.”1
Una de las mayores verdades que podemos tatuar en nuestro corazón es la promesa de que nadie puede ni podrá amarte como tu Padre celestial. La Biblia lo deja claro, al afirmar que hemos recibido un amor eterno, por medio del cual somos atraídos por Dios, hacia sí mismo, una y otra vez. No importa cómo nos sintamos, no importa por cuáles circunstancias estemos atravesando, esa es una promesa incondicional en la Escritura.
Piensa en las personas que amas y te importan. Independientemente de cuánto hayas conocido a esas personas, o de cuánto las ames, el amor que sientes y expresas, de alguna manera fallará y será probado más allá de sus límites. Si estás casado, amarás a tu cónyuge, pero a veces le fallarás. Si tienes hermanos, padres o hijos, les fallarás en algún momento, porque nadie es perfecto. Nadie, excepto Dios.
Debemos entender que hay dos aspectos del amor de Dios que no pueden ser replicados en las relaciones humanas.
Primero, el amor de Dios es completamente incondicional. No hay cláusulas o contratos que determinen si él continuará amándonos. No tenemos que actuar ni comportarnos de una manera que nos haga dignos de recibir su amor. El versículo 5 dice que su amor es eterno. Aunque no siempre seamos consecuentes, podemos alegrarnos (Salmos 100:1) y adorarle con regocijo, porque él es Dios (Salmos 100:2).
En segundo lugar, el amor de Dios es completamente consistente. No es incierto, desconocido o imprevisible. Nunca tienes que cuestionar si Dios te ama, por la Escritura declara que su fidelidad permanece para siempre. Eres amado por tu posición en Cristo, como hijo del Dios altísimo, no por tu desempeño cotidiano.
Por lo tanto, da gracias a Dios y alaba su nombre. Bendícelo, porque él te ha bendecido (Salmos 100:4), y observa como tu amor por él se expande, tu intimidad con él se profundiza, y tu entusiasmo por la vida aumenta, porque el Dios al que amas y sirves tiene al mundo entero y a los que están en él es sus poderosas manos.
¿En qué áreas de tu vida y en que situaciones has visto cómo Dios ha derramado su provisión y ha demostrado su protección sobre ti y tus seres queridos?
Oración sugerida: Precioso Señor Jesús, te agradezco por tu amor incondicional y tu eterna fidelidad en mi vida, mantén mis ojos, mis manos y mis oídos atentos a tu obra, para que pueda ser una extensión de tu gran amor hacia los demás permite que en todo tiempo alabe tu nombre por todo lo que haces en mí y a través de mí, oro en el nombre de Jesús, Amén.
1. Salmos 100:5.
El Encuentro de hoy fue escrito por: Rosina N.