Encuentros Diarios
Diciembre 28, 2023
Llamados a la santidad
“Entonces grité: ‘Ay de mÃ, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros y mis ojos han visto al Rey, al SEÑOR de los Ejercitos!’"1
Lo que lleva a un creyente al reino de Dios y lo mantiene hasta el final es la gracia inmerecida. Sin embargo, un concepto erróneo muy común de esta verdad es que podemos hacer lo que queramos, pecar como queramos, porque la gracia siempre será la red de seguridad que nos atrapará.
La gracia nunca es una licencia para pecar. Es el poder para vivir una vida santa. Dios es santo y nos llama a nosotros, sus hijos, a vivir una vida santa.
Ser santo significa ser apartado. No se trata simplemente de renunciar o rechazar ciertos comportamientos. Se trata de elegir a Jesús por encima de todo. Elegir amarlo, obedecerlo, adorarlo y servirlo cada dÃa de nuestra vida.
En la visión de IsaÃas en el capÃtulo 6, mientras el Señor estaba sentado en un trono, excelso y sublime, los serafines gritaban: "Santo, Santo, Santo".
Este pasaje fue escrito en un contexto de perturbación, desilusión y muerte. Israel se encontraba en un momento de crisis como nación, y luego murió UzÃas, su rey. HabÃa estado en el trono desde los dieciséis años y reinó durante cincuenta y dos años, fue el único gobernante que el pueblo habÃa conocido. Bajo su gobierno, Israel experimentó seguridad y estabilidad, prosperó y recibió todo lo que necesitaba. Ahora era vulnerable y temÃa por su futuro.
Sin embargo, en medio de su angustia, se manifiesta un Dios santo. Dios se presenta y se revela a IsaÃas en una poderosa visión. Aunque el rey UzÃas haya muerto, el Rey Supremo está aquÃ, excelso y sublime. El trono de UzÃas puede estar ahora vacÃo, pero el trono del cielo sigue ocupado.
La santidad de Dios revela que él no abandona su trono. El nunca abdicara de su responsabilidad. Él está gobernando como soberano y juez supremo en las cortes celestiales. Por eso elegimos ser santos, porque Dios se ha revelado a través de Cristo como el santo, el Todopoderoso y omnipresente que siempre va en busca de nuestro corazón.
Recuerda hoy y guarda esto en tu corazón: Dios es santo y está sentado en el trono. Permitamos que la revelación de cuán santo es Dios provoque una revolución en nosotros para vivir una vida santa y buscar su justicia.
Oración sugerida: Amado Padre celestial, hoy levanto la voz y proclamo que tú eres Santo, Santo, Santo. Gracias al sacrificio de tu único Hijo me has hecho santo. Ayúdame a vivir de acuerdo con esta verdad por el poder del EspÃritu Santo, limpia, purifica, renueva y santifica mi vida, para que pueda caminar con poder, pureza y propósito, en el nombre de mi amado Jesús, Amen.
1. IsaÃas 6:5 (NVI).
El Encuentro de hoy fue escrito por: Rosina N.
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