Encuentros Diarios
Enero 26, 2024
Enfrentando al gigante
“Si este siervo de su majestad ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo pagano, porque está desafiando al ejército del Dios viviente. El SEÑOR, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo. - Anda, pues - dijo Saúl -, y que el SEÑOR te acompañe.”1
De todas las grandes narraciones que leemos en el Antiguo Testamento, la emocionante historia de David y Goliat sigue siendo una de las más poderosas e impactantes. Imagina a David el pastorcillo, acercándose al gigante de casi tres metros, llevando una honda y cinco piedras lisas en el bolsillo y entrando en el campo de batalla.
Me imagino a David dando un paso al frente y explicándole al rey Saúl como pensaba derrotar a Goliat. Antes incluso de enfrentarse al enemigo filisteo, David tuvo que abrirse camino a través de batallas más familiares para él como el desprecio de los detractores y las objeciones de sus hermanos.
A primera vista, David era terriblemente inadecuado para la tarea de hacer frente a Goliat y derrotarlo. No era una lucha justa, pero con el apoyo de Dios, Goliat no era rival de David, sino del Señor pues él estaba a su lado. El Valor y la confianza que transmite David son convincentes. La fidelidad de Dios en privado dio a David la convicción de que Dios saldría en su defensa en público. Derrotar al león y al oso implicaba victorias privadas que nadie había visto ni oído.
David no estaba preocupado ni se dejaba distraer por el tamaño del gigante que tenía enfrente, porque ya sabía que en sus luchas anteriores el tamaño de Dios no tenía rival.
La cuestión no es si los gigantes aparecerán ante nosotros, sino si demostraremos el valor de disparar nuestra honda y usar lo que tenemos cuando llegue el desafío. En pocas palabras, cuando aparezca el gigante, ¿confiaremos más en el tamaño de nuestro Dios por encima del tamaño de nuestro problema?
Tal vez te imagines a David en el campo de batalla, avanzando vacilante, asustado y tembloroso. Quizás tengas razón al pensar así. La fe no es la ausencia del miedo, sino la presencia de Cristo en medio de todos los miedos a los que nos enfrentamos. Cuando Dios está de nuestro lado, la lucha está decidida y podemos estar seguros de que él nos dará la victoria.
La confianza de David en Dios estaba bien fundamentada y probada, y la nuestra también lo estará. Allí donde falla la fuerza humana, se revela el poder de Dios.
La preocupación, el miedo y el afán no son rivales para el Señor de los cielos, y la experiencia de David nos demuestra que Dios tiene un historial de ayudar a los aficionados a apuntar y dar en el blanco.
Si David pudo derrotar a Goliat con un solo golpe de piedra de su honda, ¡piensa en el poder de Dios que ha sido dispuesto para ti!
Oración sugerida: Amado Padre Celestial, reconozco que me siento abrumado por los gigantes de mi vida y olvido que tú me has dado el poder especial de librar las batallas con lo que has puesto en mis manos. Fortalece mi confianza en ti para que pueda usar mis dones y determinación para que los gigantes que me amenazan caigan. En el nombre de Jesús, Amen.
1. 1 Samuel 17:36-37 (NVI).
El Encuentro de hoy fue escrito por: Rosina N.
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