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Encuentros Diarios
Marzo 26, 2024
Gratitud - mejor que el sacrificio
“Pero a mí, afligido y miserable, tu salvación, Dios, me ponga en alto. Alabaré con canticos el nombre de Dios, lo exaltaré con alabanza. Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey o becerro que tiene cuernos y pezuñas. Lo verán los oprimidos y se gozarán. Buscad a Dios y vivirá vuestro corazón, porque Jehová oye a los menesterosos y no menosprecia a sus prisioneros.”1
Cuando David escribió el Salmo 69, su vida no estaba bien. Se encontraba en gran angustia porque lo perseguían adversarios implacables. Su cántico ante el Señor incluía tanto un lamento por su dura situación, como un llamado a la justicia divina contra sus enemigos. Pero a medida que David seguía derramando su corazón a Dios, el tono de su oración comenzó a cambiar. Antes de que terminara el Salmo, sus palabras expresaban gratitud.
David estaba seguro de que Dios lo veía y lo escuchaba, y reconocía que el agradecimiento por tales cosas es de gran valor para el Señor. De hecho, los versículos 30 y 31 dicen que la acción de gracias es incluso mejor que el sacrificio material a los ojos del Señor.
Puede ser difícil imaginar que Dios podría estar más complacido con las ofrendas de nuestro corazón que con los presentes que fluyen de nuestras finanzas. Pero las palabras de David nos recuerdan que la economía de Dios no es como la nuestra. El verdadero valor de las cosas tangibles que le ofrecemos, ya sean bienes materiales, tiempo o talento, tiene importancia sólo como expresiones externas de lo que hay en nuestro corazón. De hecho, la gratitud es la razón por la que ofrecemos otros presentes a nuestro Padre celestial.
Oración sugerida: Amado Padre celestial, hoy quiero simplemente darte las gracias. Gracias por tu amor, por tu perdón, por la salvación, por tu misericordia, por tu gracia. Hoy decido vivir en gratitud, decido vivir con un corazón agradecido por todas las bendiciones que me das. En el precioso nombre de Jesús, Amen.
1. Salmos 69:29-33.
El Encuentro de hoy fue escrito por: Rosina N.
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