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Encuentros Diarios
Julio 08, 2024
Arraigados en Cristo
Cuando producen mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discÃpulos. Eso le da mucha gloria a mi Padre.1
Si eres bendecido con una buena mano para las plantas, entonces probablemente prosperes con la jardinerÃa. Puede ver cómo sus semillas se convierten en plántulas y luego en plantas y árboles completamente desarrollados que producen varios tipos de frutas y verduras. Yo nunca he tenido el privilegio de ver más que hojas verdes, pero me encanta ver la fruta que otros cultivan, ¡especialmente cuando la comparten conmigo! Recientemente, mi hermana y su familia comenzaron a plantar árboles frutales y un jardÃn, y a medida que entramos en el verano, las limas y los limones, las manzanas y los aguacates, se están luciendo. En el jardÃn, sin embargo, las zanahorias no están tan orgullosas. Habiendo sido plantadas en un suelo poco profundo, la verdura normalmente larga y delgada se ha vuelto chaparra y un poco, bueno, ¡gorda! En la primera inspección, la larga vegetación que crecÃa por encima del suelo parecÃa sugerir un cultivo saludable, por lo que su crecimiento real ha resultado sorprendente.
Esto me hace pensar en los cristianos, ya sabes, los que van a la iglesia todos los domingos e incluso participan en las actividades de los dÃas de semana... Pero eso es todo. No pasan tiempo en la Biblia y, por lo tanto, se jactan de mucha "vegetación", pero su fruto es escaso. Verás, la Palabra de Dios es lo que nos ayuda a crecer espiritualmente y cuando plantamos nuestras semillas en la Palabra de Dios, nuestras raÃces crecen profundamente, lo que nos permite dar frutos completos y saludables. Podemos mirar directamente en la superficie, pero en lugar de presumir de fruta completamente desarrollada, es poco profunda y "gorda".
Dios quiere que demos fruto, fruto pleno y saludable. Jesús lo dejó claro cuando dijo: "Cuando producen mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discÃpulos. Eso le da mucha gloria a mi Padre" (Juan 15:8). Pero, sobre todo, Él quiere que lo conozcamos y lo experimentemos, Él quiere que desarrollemos el fruto de la intimidad, arraigados y creciendo en Él. Todos los demás frutos en nuestras vidas fluyen de este primer fruto, y cuando damos este fruto, estamos cumpliendo nuestro propósito final. Pero cuando elegimos vivir nuestro cristianismo por nuestra cuenta, el fruto que damos se atrofia.
Ya has aceptado a Cristo, ahora pasa tiempo con Él y permite que el fruto que das salga pleno y abundante, jactándote de que tus raÃces están profundamente arraigadas en la Palabra de Dios. ¡Aquà no hay fruta gorda y chaparra!
Oración sugerida: Amado Señor, Tú me creaste para dar fruto, Tu fruto, creciendo de semillas que han sido arraigadas en Ti. Ayúdame a pasar tiempo en Tu Palabra y a permanecer siempre en Ti. Que mi fruto sea un testimonio de mi relación contigo. En el nombre de Jesús, Amén.
1. Juan 15:8 (NTV).
El Encuentro de hoy fue escrito por: Verónica B.
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