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Encuentros Diarios
Julio 12, 2024
Ya no te escondas
Pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.1
¿Alguna vez has sentido que querÃas esconderte de Dios? ¿Que tu pecado fue tan grande que no eras digno de Su gracia? ¿O tal vez sintiendo que tus obras no merecÃan el sacrificio de Jesús en la cruz y que no merecÃas el perdón? Es posible que te hayas encontrado en la iglesia sintiéndote "seguro" entre la multitud sabiendo que probablemente no te señalarÃan. Pero ¿qué harÃas si, justo en ese momento, Jesús entrara en la habitación? Cuando considero mi pecado y las cosas que he hecho que probablemente me separaran de nuestro Buen y Santo Dios, pienso que podrÃa esconderme en mi vergüenza. Y en el mismo momento recuerdo que Dios ya conoce mi pecado y ve mi corazón ¡y me ama de todos modos! No tengo que esconderme de Él porque Jesús, en toda Su gloria, ya sufrió mi vergüenza y ¡realmente soy perdonado!
Dios sabe todo lo que has hecho y todo lo que vas a hacer, ¡y todavÃa te ama! Y si Él entrara en la habitación, Él te tomarÃa en Su abrazo y te llamarÃa Su hijo. Juan 1:12 dice que cuando recibimos a Jesús y creemos en Su nombre, se nos da el derecho de ser llamados hijos de Dios y no hay necesidad de permanecer escondidos en nuestra vergüenza. En la Biblia vemos que Dios tomó a las rameras, a los marginados, a los indeseables, a los ladrones y a los mentirosos y los hizo, como nos hace a nosotros, sus hijos e hijas. ¡Entonces Él da un paso más y nos hace nuevos, santos y perfectos a Sus ojos! (Hebreos 10:14.)
¿Recuerdas a la ramera Rahab en el Antiguo Testamento? Era una mujer improbable a quien Dios personalmente eligió para usar en Su servicio. Ella fue encontrada humilde y fiel, y por Su gracia, Dios la usó. ¡Rahab se convirtió en la tatarabuela del rey David! Y del linaje de David vino el santo Hijo de Dios, Jesús. Una ramera (Rahab), un adúltero (David) y un sinnúmero de otras personas inverosÃmiles formaron el linaje que Dios escogió para Jesús: ¡el Salvador!
Si una ramera puede tener fe y ser usada por Dios, entonces, sin lugar a duda, ¡Dios también puede usarte a ti! No importa qué pecado estés tratando de ocultar, los requisitos son que simplemente creas que Jesús es el Señor de todo; que Él puede, y lo hará, hacerte nuevo y santo; que Él hará que todas las cosas obren para Su buena y perfecta voluntad; ¡y que Él te ama! Se acabaron los escondites.
Oración sugerida: Señor, admito que soy un pecador. He hecho cosas de las que me avergüenzo y me hacen indigno de tu misericordia. Pero creo que Tú eres Dios y que sacrificaste todo para que mis pecados pudieran ser perdonados. Asà que te pido que me perdones y me sanes. Sé el Señor de mi vida hoy. ¡Gracias por quererme tanto! En el nombre de Jesús, Amén.
1. Juan 1:12 (NTV).
El Encuentro de hoy fue escrito por: Verónica B.
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