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Encuentros Diarios
Septiembre 16, 2024
Lecciones de las plantas
Pero los justos florecerán como palmeras y se harán fuertes como los cedros del Líbano; trasplantados a la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro Dios. Incluso en la vejez aun producirán fruto; seguirán verdes y llenos de vitalidad. Declararan: “¡El Señor es justo! ¡Es mi roca! ¡No existe maldad en el!”1
En los últimos años, me han llegado a gustar mucho las plantas. Cuando me casé, quería tener una o dos plantas para alegrar mi hogar, pero de alguna manera nunca prosperaron bajo mi supervisión. O las regaba en exceso o me olvidaba de ellas por completo y, antes de darme cuenta, tenía un montón de hojas de aspecto triste, marchitas o secas que me dejaban sintiéndome un poco triste. Renuncié a la idea por un tiempo, hasta que un día, unos diez años después, me encontré con una linda planta pequeña y frondosa en una canasta colgante mientras estaba en la tienda de comestibles. Sus hojas extendidas parecían decir: "llévame contigo", ¡y así lo hice! ¡Esta planta ha estado conmigo a través de cuatro mudanzas y ha sobrevivido milagrosamente! Literalmente, ha crecido con mis hijos. Con el paso de los años, he notado que esta planta se ha adaptado a mis estados de ánimo; Es curioso, la verdad. Hace unos años, me encontré luchando contra un ataque de depresión, durante el cual mi planta se veía triste y descolorida. Sus ramas eran delgadas y poco saludables sin importar las vitaminas con las que traté su tierra. Después de un tiempo, a medida que mejoraba, noté que mi planta comenzó a prosperar nuevamente. Esta planta, que alguna vez fue pequeña, ha sobrevivido a mi cuidado inadecuado y es un recordatorio constante de la misericordia de Dios en mi vida.
No es de extrañar que Dios a menudo use plantas y árboles en Su Palabra para ilustrar nuestro crecimiento espiritual. Aparte de Dios, tenemos un aspecto triste y marchito. Pero cuando pasamos tiempo en Su Palabra y en oración; cuando permitimos que el Espíritu Santo nos llene y nos nutra, es entonces cuando prosperamos y crecemos. Cuando estamos demasiado ocupados o las excusas de estar ocupados llenan nuestro día y no tenemos tiempo ni siquiera para unos minutos con el Señor, es entonces cuando nos descoloremos y nos debilitamos. Entonces, en lugar de regar nuestras raíces con Agua Viva, buscamos regarnos a nosotros mismos con las palabras de otras personas. Pero, cuando nos enfocamos en cómo Dios nos sigue dando gracia, comenzamos a florecer de nuevo, y ese "estado de ánimo" a su vez afectará a quienes nos rodean, ¡tal vez incluso a las plantas! Arraiga tus raíces en Jesús y observa cómo prosperas en Sus atrios. Me gusta especialmente la parte que dice que incluso en su vejez... seguirán estando sanos y verdes; ¡Siempre declarando la justicia del Señor!
Oración sugerida: Padre Celestial, Tu Palabra contiene promesas para mi vida con las que anhelo ser regado. Ayúdame a permanecer arraigado en Ti para que pueda crecer y florecer con el Agua Viva que eres Tú. En el nombre de Jesús, Amén.
1. Salmos 92:12-15 (NTV).
El Encuentro de hoy fue escrito por: Verónica B.
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