Encuentros Diarios
Noviembre 19, 2024
Cuando decimos sà a Dios
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: —Lleva la barca
hacia aguas más profundas y echen allà las redes para pescar. —Maestro, hemos
estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada —contestó Simón—.
Pero, como tú me lo mandas, echaré las redes.1
Las peticiones sencillas de Dios a menudo son
escalones hacia las mayores bendiciones de la vida. Cuando Pedro aceptó cumplir
las dos pequeñas peticiones del Señor, toda su misión cambió de pescador de
peces a pescador de hombres.
Una noche de trabajo agotadora e improductiva, sin
duda dejó a Pedro cansado (Lucas 5:5). Sin embargo, aceptó con agrado a Jesús a
bordo y movió su barca para que las palabras de Jesús llegaran a la multitud.
Después de dar su mensaje, Jesús le dijo a Pedro que saliera a aguas más
profundas, aunque no era el momento oportuno. A pesar de la hora, Pedro
obedeció y fue bendecido no con una, sino con dos cargas de peces.
A menudo, las bendiciones de Dios resultan de nuestra
obediencia a peticiones aparentemente insignificantes.
Si Pedro se hubiera negado a prestar su barca a Jesús
o arriesgarse a ir a pescar al mediodÃa, se habrÃa perdido la bendición de una
gran pesca, y tal vez la oportunidad de ser un apóstol.
Durante los siguientes años, Pedro fue testigo
personal de milagros más espectaculares que el que vio ese primer dÃa. Honrar
la primera petición de Cristo lo condujo al sermón en Pentecostés y a la
salvación de como 3,000 almas (Hechos 2:14:41).
Oración sugerida: Amado Padre Celestial, gracias por
el mensaje de hoy. Ayúdame a ver en qué áreas de mi vida aún no te he dicho un
"sÃ". Ayúdame a ver esas oportunidades escondidas en los pequeños
detalles de mi rutina diaria donde te puedo decir "sÃ". Y que cada
"sÃ" sea por amor a Ti y para servir a otros. Oro en el nombre de
Jesús, Amén.
1. Lucas 5:4-5 (NVI).
El Encuentro de hoy fue
escrito por: Rosina N.
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