Encuentros Diarios
Marzo 17, 2025
La culpa
Entonces, los
maestros de la Ley y los fariseos llevaron a una mujer sorprendida en adulterio
y, poniéndola en medio del grupo, dijeron a Jesús: —Maestro, a esta mujer se le
ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. En la Ley Moisés nos ordenó
apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices? Con esta pregunta le estaban tendiendo
una trampa, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo
comenzó a escribir en el suelo. Y como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se
incorporó y les dijo: —Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la
primera piedra. E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo. Al oír
esto, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta
dejar a Jesús solo con la mujer, que aún seguía allí. Entonces él se incorporó
y le preguntó: —Mujer, ¿dónde están? ¿Ya nadie te condena? —Nadie, Señor. Jesús
dijo: —Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar.1
Sentirse
culpable por hacer algo que viola la consciencia es razonable. Sin embargo
vivir bajo una nube de remordimiento sin razón no lo es. Dios diseño el
sentimiento de culpa para que sirviera como un recordatorio de que hemos pecado
y necesitamos arrepentirnos. Pero Satanás distorsiona esa emoción para
aprisionarnos, por eso las personas que viven con culpa a menudo no se sienten
seguras del amor de Dios.
El sentimiento
de culpa saludable, la herramienta del Señor para invitar al arrepentimiento,
es un regalo que nos ayuda a encontrar el camino correcto. Pero el diablo
fomenta el sentimiento de culpa falso, que nos lleva a sentirnos responsables
de cosas fuera de nuestro control. Este tipo de culpa es común en personas e
Iglesias legalistas.
La auto
condenación obstaculiza una relación con Dios al impedirnos tener experiencias
auténticas y satisfactorias con Él. En lugar de disfrutar de su paz, quienes
están atrapados por la culpa temen su rechazo y se sienten impulsados a
demostrar su valía. La confianza es casi imposible porque están esperando que
el juicio de Dios caiga sobre ellos.
Cristo no vino
a condenarnos. El restauró nuestras almas y nos hizo justos. Entréguele hoy su
culpa, y Él le hará libre.
Oración
sugerida: Amado Padre Celestial, gracias porque a través de este texto bíblico
nos muestras que Tu nos perdonas. No necesitamos cargar más con la culpa. Somos
libres, por medio de Tu hijo Jesús. Gracias por el privilegio del perdón y
porque podemos ir con toda confianza ante Tu presencia. Gracias por tanto amor.
En el nombre de Jesús, Amén.
1.
Juan 8:3-11 (NVI).
El Encuentro de hoy fue escrito por: Rosina N.
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