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Encuentros Diarios
Marzo 26, 2025
La mansedumbre no es debilidad
Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso y esmérate en seguir la
justicia, la devoción, la fe, el amor, la constancia y la humildad.1
Charles
Spurgeon contó la historia de un arzobispo que vivÃa en una pequeña casa en
Escocia. Solo tenÃa un empleado, pero el empleado tendÃa a ser olvidadizo. Un
dÃa el empleado se levantó antes que el obispo y decidió ir a pescar. Al salir,
encerró al arzobispo Leighton en la casa con la única llave. La puerta no se
podÃa abrir sin esa llave. El criado pescó todo el dÃa, olvidándose por
completo del obispo. Cuando llegó a casa y finalmente abrió la puerta, el
arzobispo Leighton simplemente le dijo: "John, si vas a salir a pescar un
dÃa en el futuro, por favor déjame la llave". Mientras que la mayorÃa de
la gente habrÃa estado echando humo y sermoneando al empleado sobre su
comportamiento irresponsable y los inconvenientes que causaba, el obispo simplemente
se habÃa dedicado a la oración y al estudio en la casa ese dÃa.2
Creo
que la clave aquà es que el obispo habÃa pasado su tiempo en oración. Al
terminar su tiempo de oración en el huerto de GetsemanÃ, Jesús se encontró con
una turba de hombres enojados que tenÃan una agenda: arrestar al Hijo de Dios.
Sus discÃpulos (que no habÃan orado), asustados y furiosos, comenzaron a
reaccionar airados; Uno de ellos incluso desenvainó su espada contra los
soldados, cortándole una oreja. Se lanzaron acusaciones, se cometieron
traiciones y, en medio de todo, Jesús mantuvo la calma, exudando autocontrol y
mansedumbre. Mansedumbre, no debilidad. Aquà estaba el Hijo de Dios, con todo
el derecho y todo el poder para convocar a los ángeles y acabar con esta turba
acusadora. En cambio, Él dijo con calma: "Amigo, haz lo que viniste a hacer".
(Mateo 26:50)
¿Cómo
respondes cuando otras personas te incomodan? ¿Cómo respondes cuando alguien te
acusa falsamente? ¿Cómo podemos demostrar mansedumbre hoy? ¿Podemos renunciar a
nuestros "derechos" y permitir que la gloria de Dios brille? ¡Sé que
bañados en oración podemos! Podemos tener el poder de la mansedumbre, al igual
que Jesús.
Amado
Dios, Tú me amaste lo suficiente como para dar Tu vida por mÃ; ayúdame a dejar
mi voluntad y mi propio derecho para que Tú brilles. En el nombre de Jesús, Amén.
1.
1 Timoteo
6:11 (NVI).
2. Charles Spurgeon,
"La Tercera Bienaventuranza", nº 3065.
El Encuentro de hoy fue
escrito por: Verónica B.
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