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Encuentros Diarios
Abril 04, 2025
Abajo, pero no fuera
Aunque tropiecen,
nunca caerán, porque el Señor los sostiene de la mano.1
A todos nos ha pasado. Lo hemos sentido. Cometemos
errores, fracasamos, nos desanimamos y luego caemos. Desafortunadamente, muchos
de nosotros nos quedamos abajo y eso se convierte en nuestro lugar de
residencia, nuestra actitud y, en última instancia, nuestro estilo de vida.
¿Quizás has conocido a esa persona? Después de pasar solo unos minutos con un
deprimido, es posible que te encuentres de un mal humor inexplicable. Una
persona que permite que las circunstancias de la vida la mantengan bajo control
está rodeada de oscuridad. Una persona que camina en La Luz, es decir, Jesús,
no puede tener comunión con las tinieblas sin ser afectada.
Las Escrituras están llenas de ejemplos de aquellos
que tenÃan todas las razones para estar deprimidos; todas las razones para
estar fuera; pero con la ayuda de Dios, vencieron inmensas dificultades y
perseveraron. Entre ellos estaban: David, que se enfrentó a la constante
persecución del rey Saúl, pero permaneció leal a Dios. José soportó la cárcel,
fue acusado falsamente y, sin mencionar, fue vendido como esclavo por su
familia, sin embargo, su fe se mantuvo fuerte. Job parecÃa tenerlo peor que la
mayorÃa cuando lo perdió todo, y aunque cuestionó el plan de Dios, nunca
abandonó su fe. El esposo de Rut murió y, sin embargo, ella permaneció leal a
su suegra y permitió que Dios la usara a lo grande. Jonás desobedeció a Dios,
fue tragado por un gran pez, y Dios todavÃa tenÃa un plan para él. Pedro negó a
Jesús tres veces, pero encontró misericordia y perdón en los brazos del
Salvador.
Nosotros también caeremos, pero Dios permanece fiel.
Ninguno de nuestros fracasos o nuestros pecados más oscuros están más allá de
la gran redención de Dios. Tal vez has estado deprimido durante mucho tiempo y
estás seguro de que Dios no puede perdonarte porque ni siquiera puedes
perdonarte a ti mismo. Dios quiere hacer borrón y cuenta nueva hoy y recordarte
que aunque te sientas abajo, ¡no estás fuera!
Querido Padre Misericordioso, sé que no merezco la
segunda y tercera oportunidad que me has dado, pero te agradezco tu perdón; por
amarme tanto que no te has dado por vencido conmigo. Gracias, en el nombre de Jesús, Amén.
1. Salmos 37:24.
El Encuentro de hoy fue escrito por: Verónica B.
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