|
Encuentros Diarios
Mayo 30, 2025
Un Dios misericordioso y amoroso
Pero Dios es tan rico en
misericordia y nos amo tanto que, a pesar de que estabamos muertos por causa de
nuestros pecados, nos dio vida cuando levanto a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de
Dios que ustedes han sido salvados!)1
En Efesios 2, Pablo nos
dice que antes de que Jesús muriera en la cruz, estábamos muertos en pecado, y
que todos estabamos separados de Dios. El espÃritu de satanás es el espÃritu
que obra en aquellos que se niegan a obedecer a Dios. Pablo dice que todos
solÃamos vivir de esa manera; y porque seguÃamos los deseos del pecado,
estábamos sujetos a la ira de Dios. Aunque somos seres pecadores que desean
cosas pecaminosas, Dios aun nos ama y es misericordioso con nosotros. De hecho,
Él nos ama tanto que envió a Su único hijo, Jesucristo, a sacrificarse por toda
la humanidad. Una vez estuvimos muertos en pecado, pero ahora, se nos ha dado
una nueva vida.
Una vez que lleguemos a
saber quién es Dios realmente y comencemos a pasar más tiempo con Él, nos
encontraremos lentamente (o rápidamente) comenzando a cambiar. Cuando no
conocemos a Dios, estamos llenos del espÃritu pecaminoso de lujuria, impureza,
ambición egoÃsta, idolatrÃa y otras cosas que no agradan a Dios (Gálatas
5:19-21). Sin embargo, cuando estamos
llenos del EspÃritu Santo de Dios, Su bondad llena nuestro corazón. De su
bondad producimos buenos frutos como el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la
bondad, la fe, la mansedumbre y el dominio propio (Gálatas 5:22-23). La única
razón por la que podemos tener al EspÃritu Santo morando dentro de nosotros es
por el gran amor y misericordia que Dios tiene por nosotros. ¡Es realmente
asombroso que Dios viniera a la Tierra en forma humana y muriera para salvarnos
a todos! Además, Él no pide nada a cambio, excepto amarlo a Él sobre todas las
cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Él nos mostró lo que es
el verdadero amor y que también debemos compartirlo con los demás.
Oración sugerida: Querido
Dios, gracias por sacrificar a tu único Hijo por mà y por todos los demás.
Gracias por amarme incluso cuando me alejo de ti. Por favor, perdóname cuando
caiga en la tentación, y por favor ayúdame a resistir mis deseos pecaminosos y
obedecerte en cambio. En el nombre de Jesús, Amén.
1. Efesios 2:4-5 (NTV)
El
Encuentro de hoy fue escrito por: Gianna B.
|
|