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Encuentros Diarios
Octubre 30, 2025
Una vida para Dios
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga
vida eterna.1
A fines del siglo 1800, los hermanos Británicos Studd
estaban saltando a la fama debido a su habilidad y éxito en el juego de crÃquet.
Después de ganar un partido contra los australianos invencibles, Charles Studd,
también conocido como C.T., fue declarado el mejor jugador de crÃquet de
Inglaterra. Habiendo crecido en una familia adinerada, los hermanos Studd ahora
disfrutaban de una vida de dinero y fama.
Fue durante este tiempo que su padre, Edward Studd, se
convirtió al cristianismo y con su fe recién descubierta surgió el deseo de
compartir el Evangelio, especialmente con su familia. Pronto, la mansión de la
familia Studd se convirtió en un lugar para el estudio de la Biblia y reuniones
con pastores y misioneros. Cuanto más hablaba el Sr. Studd de Cristo, más
trataban sus hijos de evitar todo lo que tuviera que ver con el cristianismo.
Un dÃa, un predicador visitante confrontó a cada uno de los muchachos de directamente
sobre su fe y, mientras les citaba Juan 3:16, cada uno vio su necesidad de
salvación.
La vida de C.T. cambió cuando comenzó a preguntarse
para quién vivÃa realmente. Su carrera atlética continuó aumentando hasta el
dÃa en que uno de sus hermanos cayó gravemente enfermo. Cuando C.T. se dio
cuenta de que su éxito no significaba nada al final, se preguntó: "¿Cuánto vale toda la fama y dinero... cuando un hombre viene a
enfrentar la eternidad?" Esta comprensión lo hizo reconsiderar la dirección de su
vida y C.T. decidió dejar el juego de crÃquet para convertirse en misionero.
La noticia de
esta decisión fue un shock para el paÃs porque dejar una vida de fama y fortuna
por la vida incierta de un misionero no tenÃa sentido. Sin embargo, solo tres
años después de su famosa victoria en crÃquet, C.T. se dirigÃa a China y luego continuarÃa a la
India y luego a Ãfrica, donde tomarÃa su último aliento.
C.T. Studd pensó
que lo tenÃa todo hasta que conoció a Cristo y se dio cuenta de que en realidad
no tenÃa nada. En un famoso poema escribió: Solo
una vida pasará pronto. Solo lo que se hace por Cristo perdurará.
Oración sugerida:
Querido Dios, demasiado tiempo he vivido para mi propia gloria pensando que
todo lo que he logrado ha sido por mi propio mérito. Ahora me doy cuenta de que
sin ti, no soy nada. Sin ti no tengo nada, y todo lo que he hecho sin ti ha
sido en vano. Hoy, te doy mi vida para que la uses para tu propósito y para tu
gloria. En el nombre de Jesús, Amén.
1.
Juan 3:16.
El Encuentro de
hoy fue escrito por: Verónica B.
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