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Encuentros Diarios
Febrero 11, 2025
El poder del amor
“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.â€1
Hace años R. G. Lee relató la poderosa historia acerca de una escuela en las montañas a la cual le era difÃcil mantener a los maestros. Tal parece que habÃa un grupo de jóvenes grandes y agresivos que se enorgullecÃan de correr a los maestros. El más grande y fuerte de todos era Tom.
Sin embargo, un nuevo y joven maestro se ganó a los muchachos al permitirles que escribieran las reglas de la escuela—las cuales en forma por demás estricta eran cumplidas con una vara. Por ejemplo, el hacer trampa se castigarÃa con 5 golpes de la vara, el robar con diez golpes, ambos serian proporcionados removiendo primero el abrigo del castigado.
Todo iba bien hasta que un dÃa fue robado el almuerzo de Tom. Un niño pequeño y frágil vestido con ropa usada y vieja—que era demasiado grande para él admitió su culpabilidad. Las reglas de escuela exigÃan que él fuera azotado. Cuando el profesor llamó al pequeño al frente, esté llegó llorando y pidiendo que le dejaran el abrigo puesto. Los alumnos insistieron en que él debÃa de obedecer las reglas y se quitase su abrigo. Cuando lo hizo, un silencio absoluto llenó el salón, porque él no levaba puesta una camisa debajo del abrigo y su cuerpo demacrado parecÃa tener sólo la piel estirada sobre los huesos. El profesor respiró profundamente y soltó la vara. SabÃa que él nunca podrÃa golpear a ese pequeño.
De repente, el gran Tom avanzo al frente y se paró entre los dos. "Maestro, yo tomaré el castigo por él, después de todo era mi almuerzo el que él robó." Diciendo esto se quitó el abrigo.
La vara se rompió al tercer golpe, y el maestro la aventó en la esquina del salón y dijo, "Esto es todo, la clase ha terminado."
El frágil pequeño puso su mano sobre el brazo de Tom y a través de las lagrimas le dijo, "Gracias Tom, eso me habrÃa matado,â€2
Y eso es exactamente lo que Jesús hizo por nosotros cuando él murió en la cruz. El tomó el castigo por todos nuestros pecados para que pudieramos libremente ser perdonados y recibir el regalo de Dios de la vida eterna.
¿Cree usted que Jesús murió por sus pecados y de ser asÃ, ha aceptado el perdón de Dios?
Querido Dios, te confieso que soy un pecador y que estoy arrepentido de todo lo mal que he hecho. Creo que tu Hijo, Jesucristo, murió en la cruz por mis pecados. Por favor perdóname. Te invito Jesús a que vengas a mi corazón y a mi vida como Señor y Salvador. Te entrego mi vida. Por favor dame el deseo de ser lo que tú deseas que sea, y de hacer lo que deseas. Gracias por morir por mis pecados, por tu perdón, por el regalo de la vida eterna, y por escuchar y responder a mi oración. En el nombre de Jesús, amen.
1. Juan 3:16 (NVI).
2. Citado en http://www.sermons.com/
El Encuentro de hoy fue escrito por: Crystal B.
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