Fracaso: No es para Siempre
Es muy conocido que por 28 años Abraham Lincoln experimento un fracaso tras otro. Despu és de un ataque de nervios en 1833 intentó ser elegido a la Cámara de Representantes y perdió varias veces. En 1848 perdió su segunda nominación al Congreso y no fue aceptado como oficial en 1849. Estos fracasos no lo detuvieron en su lucha. En 1854 perdió en el Senado. Dos años después perdió la nominación para la Vice-Presidencia y fue de nuevo derrotado en el Senado en 1858. No se dio por vencido y en el año 1860 fue electo presidente de los estados unidos y pasó a la historia como uno de los más grandes presidentes de los Estados Unidos de America.
Obviamente, el éxito no es la ausencia del fracaso. Es el tener la determinación para nunca darse por vencido porque, “los que se detienen nunca ganan y los ganadores nunca se detienen.”
Casi todas las personas que han alcanzado algo que valga la pena en su vida no sólo han experimentado un fracaso, lo han experimentado en repetidas ocasiones. Abraham Lincoln sufrió innumerables fracasos, pero el nunca fue un fracasado porque nunca se dio por vencido.
Walt Disney fue igual. Se fracasó en los negocios en varias ocasiones y tuvo un ataque de nervios antes de que llegara al éxito.
Enrico Caruso fracaso tantas veces con sus notas altas que su maestro de voz le aconsejó que se diera por vencido. No lo hizo. En su lugar, persevero y se convirtió en uno de los tenores más grandes del mundo.
El fracaso es un evento,
no una persona.
Albert Einstein y Werner Braun reprobaron sus cursos de matemáticas. Henry Ford estaba en la ruina cuando tenia 40 años. El maestro de Thomas Edison lo llamó ignorante, y después él fallo en más de 6,000 ocasiones antes de perfeccionar el primer bombilla eléctrica.
Demóstenes, el famoso orador Griego, tuvo fracasos antes de hacerse famoso. Su padre se murió cuando Demóstemes tenia sólo siete años dejándole una gran herencia. A la edad de dieciocho, a través de un debate publico, él quisó reclamar su herencia de su deshonesto tutor. Desgraciadamente, no sólo era tímido, pero también tenia un impedimento del habla el cual le causó no poder comprobar sus derechos de propiedad.
Sin lugar a dudas este fracaso le proporciono una motivación que le dio la determinación para perseverar hasta que se convirtió en uno de los oradores más famosos de la antigüedad. Nadie sabe quien recibió su herencia, pero 2,300 años después los estudiantes aun saben de Demóstenes.
No importa que tan mal o cuantas veces fracasa una persona, él nunca es un fracasado si se levanta una vez más de las que ha caído. Aun más, como un brincador de altura, uno nunca descubre su potencial total hasta que alcanza el punto del fracaso. Como lo dijo una persona, “Apunta bajo, el no fracasar es el crimen.” “Recuerden, también, que el fracaso es un evento, no una persona.”
En realidad es el miedo al fracaso, no el fracaso mismo lo que deja lisiadas a las personas. Como Baudjuin lo dijo, “No importa tan duro que trabaje para lograr al éxito, si sus pensamientos están saturados con el miedo al fracaso, matara sus esfuerzos, neutralizará sus esfuerzos y hará que el éxito sea imposible.”
Es el miedo al fracaso,
no el fracaso lo que deja
lisiadas a las personas.
Lincoln, quien odiaba la esclavitud, se sobrepuso a sus fracasos para eventualmente abolir la esclavitud porque él tenia determinación, una causa noble en la cual cr ía y por la cual vivir, y el coraje para luchar por la causa a pesar de los fracasos y los retrasos. Una causa por la cual vivir no tiene que ser tan grande como la de Lincoln, pero debe tener importancia. Cada uno debe tener algo muy importante por lo cual vivir.
En lugar de no tener metas, es, como se ha sido dicho sabiamente, “mucho mejor el tratar cosas difíciles, y lucher por triunfos gloriosos, aunque estén marcados con fracasos, que el tomar lugar con los pobres espíritus que ni disfrutan ni sufren, porque ellos viven bajo una luz gris que no conoce ni la victoria ni el fracaso.”
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