Esperanza: La Fuerza Para Seguir Adelante
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Tampoco se encuentra la esperanza en lo que llamamos “tener éxito.” Para cuando Bill O’Donell cumplió treinta y tres años ya había escalado a las alturas de lo que nuestra cultura llama “éxitoso”. Era el vise-presidente de una gran compañía, con un ingreso anual de $150,000, tenía dos vehículos Mercedes Benz y una casa muy costosa.
Pero estabe faltando a su esposa, no asistiendo a las juntas que él había pedido, y usaba cuatro gramos de cocaína al día.
Nos dijo que persegiga al Sueño Americano, y pensaba que la cocaína me lo ganería más rápido. “Corría por la vida con tanta rapidez que no entendía que mi papel como esposo y padre se estaba desintegrando, que mis habilidades para los negocios se desmoronaban.”
Este articulo del New York Times también indico que, “el abuso a las drogas es solo uno de los muchos síntomas de un creciente malestar. No solo el señor O’Donell, sino miles de jóvenes están encontrando que para alcanzar el éxito en los negocios hoy en día, han distorsionado sus vidas y han caído dentro de un trastorno emocional.”2
Este malestar no es de ninguna manera peculiar en América del Norte. El mundo Occidental está afectado totalmente. Mientras que estamos agradecidos de manera excepcional por los logros que han aliviado tanto sufrimiento físico, no hemos prestado atención desafortuna-damente a algunas áreas de nuestra vida que son de igual o más importancia. Por ejemplo hemos privado al espíritu, y llevado a nuestra sociedad más y más cercana a una bancarrota espiritual.
En general, como nación nos hemos olvidado de Dios. Le damos un servicio de los labios para afuera, y la mayoría decimos que creemos en él, pero en nuestra forma de vivir lo hemos ignorado.
Pensamos que siempre
hay esperanza.
Desesperación, drogas, enfermedades, depresión, crimens, asesinatos, soledad, guerras, terrorismo, ambición, perdida de la esperanza, son todos síntomas de una sociedad enferma por el pecado. Criticamos el pecado y le llamamos todo menos lo que es. Sin importar como le llamemos, todo lo que caiga corto de la perfección o la gracia y la madurez que Dios desea para nosotros es pecado. Y todo pecado es últimamente autodestructivo. Es por eso que Dios se opone al pecado. Destruye lo que Dios ama—nosotros. Es la peor enfermedad que existe. Su resultado final es la muerte física, espiritual y así como la muerte eterna. Todos estamos afectados porque hemos pecado. Hasta que no llamemos al pecado por su nombre y nos enfrentamos a la verdad no habrá esperanza.
Una vez que confesemos nuestros pecados, Dios mismo vendrá del cielo a nuestro rescate. Por cierto eso fue lo que hizo hace dos mil años pero es válido hoy dia. Jesucristo, el hijo de Dios, vino a la tierra como hombre para morir en nuestro lugar y pagar la pena por nuestros pecados, la cual es la muerte, para que él nos perdonara libremente y nos diera esperanza
Al confesar nuestros pecados recibimos el perdón de Dios y cuando respondemos a su llamado a invitar a Jesucristo en nuestros corazones y nuestras vidas como Señor y Salvador, Dios nos da una nueva vida espiritual y el regalo de la vida eterna—la esperanza. También nos da esperanza para esta vida. No nos promete una cama de rosas, pero que el sol brillará de nuevo cada dia. Y no importa lo que nos pase, cuando entregamos nuestras vidas de manera genuina a Jesucristo, sabemos que Dios usará todo lo que nos suceda para nuestro bien; para ayudarnos a crecer y hacernos fuertes de carácter y listos para lo que sea. Está es la promesa de Dios.3 Es la mayor esperanza en el mundo. ¿Se ha convertido a Jesucristo y siente con esperanza? Para ayudarlo a que lo haga oprima el botón ENCUENTRA A DIOS en la parte de abajo.
Cuándo haga esto, como lo expresó el poeta, ¡De la esperanza nace la eternidad!
1. Revista Eternity , Noviembre, 1986.
2. El New York Times , 24 de agosto, 1986.
3. Santiago 1:2-4.
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