Fracaso: No es para Siempre
Página Dos
Es interesante saber que Lincoln fue un hombre infeliz y melancólico. Su primer amor murió antes de que se pudieran casar. Y su matrimonio con Mary Todd podría haber sido suficiente para destruir a cualquier hombre con menos coraje y determinación que Lincoln tenía. Sin embargo, los historiadores están de acuerdo que de haber estado felizmente casado, Lincoln nunca habría sido presidente. Por sus fracasos y el no ser feliz en su matrimonio él fue capaz de dar su vida a una gran causa que valía la pena.
John Wesley, el padre de la iglesia Metodista, fue otro hombre con un matrimonio que era un fracaso. Él, también, fue capaz de sobreponerse a sus circunstancias y realizar un trabajo que ha ayudado a millones de personas alrededor del mundo.
El Apóstol San Pablo fue otra persona con determinación para ganar. Su meta era la de proclamar el mensaje de Dios de amor y esperanza a toda gente. Como resultado lo echaron a la cárcel en muchas ocasiones, y se enfrento a la muerte una y otra vez. En cinco casos fue azotado por parte de los Judíos y tres veces fue golpeado con varas. Fue apedreado en una ocasión y naufrago tres veces. Se enfrentó a los peligros de ladrones y de la multitud. Vivía con la fatiga, dolor y noches de insomnio. Sufría el hambre y el frío y era criticado porque su apariencia y su forma de hablar que no eran perfectas. ¿Pero sintió San Pablo, alguna vez ,que era un fracasado, o que Dios lo había olvidado? ¡Nunca!
Sin vacilar él mantuvo sus ojos en su meta.1 Los problemas, retrasos y fracasos con los que se encontraba lo fortalecieron en su travesía. La actitud de San Pablo era: “Es el mismo Dios, en su misericordia, quien nos ha dado este maravilloso trabajo [de comunicar las nuevas de Dios a los demás], y por lo tanto nunca nos damos por vencidos.”2
Para los que confían en Dios
el fracaso no es para siempre.
Tal vez no hay manera más grande de sobreponerse a los sentimientos de fracaso que el saber que le interesa a Dios lo que hagamos con nuestras vidas. El quiere que logrémos algo que valga la pena, sin que sea necesariamente espectacular. Cuando se vive en harmonía con los mandatos de Dios, sabemos que tenemos a Dios en nuestro lado y que él nos dará la fe, el coraje, y la determinación para seguir.
Como Dios le dijo a Josué, “Mira que mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor, tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.”3
En lo que concierne a seguir a Dios, Jonás fracasó irremediablemente. Desafiante él hizo lo contrario a lo que tenía que hacer. ¿Pero lo rechazó Dios? No. Dios le permitió que experimentaría el fracaso. Esto lo trajo de nuevo a sus sentidos. Cuando estuvo listo para escuchar, “La palabra de Dios vino a Jonás por segunda vez.”4
Y así es con nosotros. No importa cuantas veces sintámos que hemos fracasado, Dios continua llamándonos hacia él.
Si sentimos que hemos fracasado, hay que permitir Dios a animarnos. Este es el momento de darle a Dios una oportunidad. “Él arreglará aun los corazones rotos si le entregamos todas las piezas.” Dios nos llama a que lo sigamos, así que porque no responder a su llamado y si aún no lo hemos hecho, pedirle que venga a nuestras vidas como Señor y Salvador. Si confiamos en El, El puede hacer un mejor trabajo con nuestras vidas de lo que nosotros podemos hacer.
Para quienes confían en Dios, el fracaso no es para siempre.
1. Filipenses 3:14. 2. Segundo Corintios 4:1. 3. Josué 1:9. 4. Jonás 3:1.
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