
Encuentros Diarios
Marzo 21, 2025
1. Árboles fructíferos
"Es como el árbol plantado a la orilla de un rio
que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo
cuanto hace prospera!"1
Cada año, a medida que
cambian las estaciones, también lo hace la selección de frutas que está disponible
en mis tiendas de comestibles locales. A principios del verano hay ciruelas
dulces junto con duraznos y nectarinas. Sin embargo, a medida que pasa el
verano, también lo hacen las frutas. A finales del verano la frescura, incluso
el sabor de estos se está desvaneciendo y es hora de cambiar a algo más con la
temporada. Ahora llegan las suculentas naranjas y las peras crujientes, y toman
el escenario hasta el otoño. Luego, tan rápido como llegan, se han ido, y mis
ojos se vuelven hacia la gran variedad de manzanas. ¡Y ahora con la primavera, disfruto de
melones, piñas y fresas! Todo en su
temporada, todo en su tiempo señalado.
Así como cada temporada
trae fruta nueva, nosotros también debemos producir fruta en cada temporada. El
salmista nos dice que cuando hacemos de la palabra de Dios nuestro gozo y el
centro de nuestras vidas, somos como un árbol plantado a la orilla del río.
Estamos continuamente alimentados por agua que da vida; por lo tanto, siempre
estamos dando fruto. Al tomar constantemente la palabra de Dios, estamos siendo
transformados a Su imagen, y nuestra mente y entendimiento se conforman a Su
sabiduría. El agua de vida que recibimos, es lo que damos a los demás también.
Esta es una evidencia de la fruta que estamos produciendo.
Como la mayoría de los
árboles cambian con las estaciones, nosotros también estamos cambiando
continuamente a través de las experiencias que Dios permite en nuestras vidas. A
veces puede ser necesario someterse a una poda para crecer más saludable y
producir más fruta. Pero incluso en estos tiempos de poda, estamos bien
fundamentados y somos capaces de resistir todo lo que viene porque estamos
profundamente arraigados en Cristo, y Él tiene todos los recursos que
necesitamos para mantenernos firmes.
Dios prosperará todo lo
que hagamos cuando meditemos continuamente en Su palabra. Esto no siempre
significa prosperidad material, pero lo más importante es que experimentaremos
prosperidad espiritual. Nuestra vida será una que testifique de la obra y la
bondad de Dios en nosotros. Después de todo, la verdadera medida del éxito en
la vida de un cristiano es cuando nos paramos ante Dios un día y escuchamos las
palabras: "bien hecho mi siervo bueno y fiel". ¡Que nuestro deseo sea
empaparnos de la palabra de Dios y dar buenos frutos en cada estación!
Oración sugerida:
Querido Dios, así como los árboles sanos producen su fruto en cada estación, ayuda
a mi vida a producir buenos frutos que te traigan alegría. Permíteme crecer más
profundamente en la fe a través de cada circunstancia, y que tu Palabra me guíe
a el entendimiento y la sabiduría. Gracias por escuchar y contestar mi oración.
En el nombre de Jesús, Amén.
Salmos
1:3.
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