Lecciones Sobre El Sufrimiento
Hace más de cien años, un niño, pobre y solitario llegó de Alemania a los Estados Unidos. Su primer trabajo fue de cuatro dólares a la semana como ayudante en una pequeña tienda en Ohio. Ya que el dueño le permitía dormir en la bodega de la tienda por las noches y no tenía que pagar renta, él pudo ahorrar un dólar por semana.
Su siguiente trabajo en un banco le pagaba ocho dólares a la semana. Aquí él dormía en un cuartito sobre la oficina del banco y continuó ahorrando todo lo que podía.
Un día él vio algunos instrumentos musicales a la venta que le recordaron como él y su amigo en Alemania hacían estos instrumentos. Así que él le mandó a su amigo en Alemania sus ahorros de $700.00 y le pidió que le enviará un cargamento de estos instrumentos. El primer envío se vendió rápidamente. Él pido más y se encontraba en camino a convertirse en un exitoso hombre de negocios.
El negocio que este muchacho inició eventualmente manufacturó instrumentos musicales tales como pianos, órganos y cajas musicales. Se convirtió en un negocio multimillonario. ¿El nombre de este muchacho? Rudolph Wurlitzer.
Existe la posibilidad de que si él no hubiese empezado sólo y sin centavos, no hubiese logrado lo que hizo. Las circunstancias tan difíciles le generaron la motivación que lo llevo a tener tal éxito.
Así es la vida. Los tiempos difíciles, problemas económicos, retrasos en el trabajo, enfermedades, penas, desilusiones y las crisis que nos llega en algún momento dado. Y cuando lo hacen, nos sentimos atacados y que hemos fallado. Sin embargo, el único fracaso en la vida es el no levantarse una vez más de las que hemos caído.
Los Chinos usan dos caracteres
para la palabra “crisis”. Uno significa
peligro; la otra, oportunidad.
Los Chinos usan dos caracteres para la palabra “crisis”. Uno significa peligro; el otro, oportunidad. ¡Ellos están tan correctos! En cada crisis existe el peligro de perder o la oportunidad de crecer.
La pregunta es: ¿Cómo podemos cambiar las crisis y el sufrimiento en oportunidades?
Primero, debemos comprender que hay una opción. Las dificultades nos pueden amargar o hacernos mejores. Se pueden convertir en un obstáculo o un escalón a subir. Nos pueden hacer resentidos o podemos ver en ellos la oportunidad de ser creativos. La decisión, sin embargo es nuestra.
En los tiempos antigüos las personas utilizaban un instrumento llamado tribulum. Se utilizaba para golpear el grano y así dividir la paja del trigo. Es la palabra de la cual se deriva la palabra “tribulación.” En el desarrollo del carácter humano es la tribulación la que separa “la paja del trigo.”
La Biblia dice, “También nos regocijamos en nuestro sufrimiento porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; perseverancia, carácter; y carácter, esperanza.”1
Segundo, debemos aceptar y manejar los problemas—no correr de ellos.
La mayoría de nosotros recordamos la historia de Daniel quien fue arrojado al foso con los leones debido a sus convicciones religiosas. Imagínense lo que pudo haber pasado a Daniel de haber negado la existencia de sus problemas o si se hubiese rebelado—y justificadamente—a ser arrojado al foso y haber tratado desesperadamente de salirse. Probablemente los leones lo hubiesen destrozado rápidamente.
Daniel ni siquiera trató de defenderse—de las autoridades ni de los leones. Tan terrible como era su situación pero Daniel lo aceptó. Me imagino que estaba pensando, “Estoy en este predicamento. No puedo escapar. ¿Cómo puedo aprovecharme de esto?
Sin duda alguna, fue la aceptación de su situación, y el recordar de su fe en Dios, lo que lo rescató. Debemos tomar nota de esto, su determinaci ó n no lo salvó del foso de los leones. ¡Lo salvó dentro del foso de los leones! Este heco es fundamental de un cambio y la madurez.
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